martes, 26 de junio de 2018

Realización personal: el momento es ahora



Si revisamos nuestra vida —y no tenemos que remontarnos demasiado en el tiempo— encontraremos que muchas veces hemos pospuesto la acción de corregir el rumbo, de enfrentar lo que parecen problemas o simplemente emprender una buena idea, simplemente porque dejamos para un momento ideal —una idea que nos da sólo satisfacción inmediata— el inicio de nuestra intención.
La experiencia o su cúmulo en la existencia nos dice con claridad que únicamente se emprende con éxito algo en el momento presente. Porque es el único del que disponemos. No hay otro momento sino el ahora.
¿De qué otro tiempo dispones? El pasado sólo puede enseñarte, es positivo entonces que lo tomes en cuenta; el futuro es útil para imaginar y planificar acciones, fantasea libremente y obsérvate como te gustaría ser y hacer. Pero mira, tanto el pasado como el futuro sólo funcionan en el presente. No disponemos sino de este instante, prolongado, sin igual, poderoso.
Aprende y planifica pero pasa de la enseñanza reflexiva y la sana intención a la acción efectiva.
¿Qué te ha impedido realizarte? ¿Qué te ha frenado tu carrera de ser como quieres? Parte de este momento para cambiar eso.
No te ofrezco una solución mágica. Tan sólo un espejo. En él te verás, observarás los puntos que te perturban y podrás borrarlos con tu propio esfuerzo.
En este mundo de hoy, tan lleno de oportunidades de comunicación, vivimos en soledad. Porque únicamente nos comunicamos con nuestros propios temores, prejuicios y emociones menos eficaces, disfrazadas de las opiniones ajenas que aparentemente compartimos. La comunicación es frustrante cuando se descubren estas limitaciones. Pero al hacerlo, igualmente, te das cuenta que lo que te impedía avanzar era un detalle inacabado, una interpretación parcial de tus potencialidades. Y puedes despegar desde allí.
Vamos a utilizar este poderoso medio de comunicación para crecer.
Si me lo permites seré tu espejo, tu guía —según tu propio modelo—, tu posibilidad de empezar una etapa de vida más plena, satisfactoria y productiva. Ahora. Es el momento.



martes, 25 de enero de 2011

La palabra incansable



Podría ser también inalcanzable, porque en su rápido curso vuela, se desliza, se adelanta a nosotros. Cuando creemos dominarla nos sorprende con un giro inesperado, con una melodía que nos despierta a una sensorialidad más lejana que la audición. Cuando la creemos sojuzgada va delante de nosotros y nos abre puertas al asombro. Sólo si queremos pasar, si nuestro orgullo de dueños, virtuosos o expertos en su conocimiento no nos detiene.

La palabra no se agota de decirnos tanto que, casi nunca, podemos retenerlo todo. Se multiplica en miles que repetidas forman castillos efímeros de elevada belleza o construcciones cimentadas para la posteridad.

La palabra sabe que su destino es pasar. Silenciosamente, hace el ruido suficiente como para despertarnos de la muerte en vida. Nos ofrece el mundo y, cuando creemos que no cumplirá, nos entrega un universo en el cual podemos perdernos a nuestro antojo, entre espejos y laberintos, para develar lo más profundo de su significado recóndito e infinito.

La palabra nos domina. Incluso cuando creemos estar en la perfecta quietud del imposible silencio, surge espontánea resonando en nuestro ser, pidiendo la gracia de su liberación que será la nuestra, realmente. La palabra ata pero también nos suelta, cuando la desliamos a ella.

Acaso esto es la pasión de un escritor. Pero tengo la sospecha que es la de todo ser humano, que calladamente practica su diálogo interior tratando de domeñar en su discurso a esa incansable palabra que suele, muy a menudo, traicionarlo en los oídos ajenos.

martes, 18 de enero de 2011

Escribir, la soledad de un ejercicio



Escribir es ejercer el arte de la cuerda floja. Un equilibrio inestable. Una propensión a la inminente caída. Un balanceo. Un desequilibrio calculado para no precipitarse al vacío o a la palabra vacía.

Equilibrio y desequilibrio se juntan en un solo acto, tal vez creativo, tal vez de supervivencia a la agonía interior, a la ansiedad de vivir.

Escribir es una emoción que se convierte en sentimiento en el transcurso de manchar hojas y hojas de tinta o virtualidad. No puede uno desprenderse de ese solitario vicio que sólo se torna productivo en el vientre mental o anímico del lector.

Aunque el lector es, en principio, uno mismo, escindido ya en su papel dual, en su perfecto hermafroditismo de pensamiento y la emocionalidad. En la lucha entre el intelecto y la intuición, entre lo profundo y oscuro del ser humano que hala y absorbe hacia la tiniebla y su afán ordenador, muchas veces inclinado a la búsqueda de claridades pero irremediablemente propenso a las brumas de la existencia.

Escribir es un acto solitario para alejarse, a veces infructuosamente, de la soledad misma. Acto de soledad compartida en lejanos ojos y entendimientos.





sábado, 15 de enero de 2011

Escritura, un experimento



Escribir es un constante experimento y un riesgo. Estallan las palabras mal puestas o sencillamente no funcionan. Reunir cada vocablo con otros tiene algo de los furtivos secretos de la ciencia y el arte. Ninguna de las dos formas de encarar la realidad ha podido prescindir del aura misteriosa de quien las poseía en el remoto pasado, el sabio iluminado por la trascendencia.

Aunque han querido ser inspiraciones explicables, por más que la reflexión nos acerque a un método de escritura, tan solo revela un estado al que se debe acceder. Nunca se trata de un manual de instrucciones sino apenas el consejo de alguien que vivió la experiencia. Ello no es intransmisible. Pero el hablar sobre la escritura como proceso creativo pareciera estar más cercano al hecho de que la palabra produce, como estimulante, una gnosis que al de ser una difusión informativa.

Escribir es un acto de personal encuentro consigo mismo. De explicarse el mundo, la vida, en todas las ideas, sensaciones y percepciones que la pueblan. Esa vivencia puede llegar a otro y alinearse con sus propias formas de reconocimiento de la existencia. Allí se produce el milagro, la maravilla de la identificación con el texto. De la resurrección de la palabra en el papel o en el medio virtual.

La escritura siempre será un experimento al borde de todo éxito. Pues para alguien ha servido, aunque sea para el solitario escritor en su intento de vivir a través de la palabra.