viernes, 10 de septiembre de 2010

Ensoñación



Parecida a los sueños pero hecha de los deseos conscientes, revestidos de imágenes y argumentos, las ensoñaciones marcan la vida del ser humano. En este ejercicio el bípedo que se cree inteligente tiene la exclusividad por sobre los otros seres vivientes con quienes comparte la tierra. La ensoñación o sueño de vigilia no es otra cosa sino el ejercicio de la fantasía, de la imaginación por puro gusto o por razones estrictamente creativas.

Hablaré de ellas, no como especialista sino como un practicante profesional del ensueño. En mi caso, mucho de estos sueños se convierten en realidades escritas. Sufren una especie de sublimación, transformándose en historias, en relatos con mayor o menor suerte. La utilización de la palabra siempre marca la diferencia.

Pero la mayor parte del tiempo las ensoñaciones no tienen destino literario. Pueden ser simples escapes de la asfixiante realidad o planificación de los deseos. Como escape sirven para narcotizarnos, para mantenernos sin el dolor existencial pulsando en nuestro cuerpo. Al menos durante el tiempo que dura el ensueño. Aunque algunas ensoñaciones duran toda la vida.

Cuando cumplen la función de ser una planificación imaginativa de lo que el individuo podría realizar, vienen resultando utilización consciente y constructiva de la llamada loca de la casa, la imaginación.

Los grandes inventos son fruto de esa función mental y comenzaron siendo sólo un sueño. Pero una vez que se formuló éste, que se hizo consciente, comenzó un proceso constructivo del mismo. De igual forma que cualquier invento, un logro individual, una carrera, por ejemplo, fue el sueño de alguien. Pasó a hacerse realidad en el momento en el que comenzó la construcción activa. Siguió el camino de imaginar, pensar, tener la intención, ejercer la voluntad y actuar.

Muchas ensoñaciones se quedan en el mundo colindante a lo onírico, en el mundo de las ilusiones escapistas. Otras tantas tienen intentos fallidos de realización y solamente algunas pocas logran la anhelada culminación. A veces, el resultado difiere del proyecto inicial, pero no en pocas oportunidades lo supera.

Todos logramos consumar algún sueño o ensoñación de vigilia en nuestra vida. Si revisamos someramente nuestras realizaciones más simples, hasta las más complejas nos daremos cuenta de ello. Primero fueron ideas y antes aún sueños. Después siguieron las fases de la intencionalidad y la acción.

Igual que cualquier actividad humana, la ensoñación es una función necesaria en el quehacer humano. Evadir o crear son sus polos, no excluyentes, por cierto. Nosotros escogemos. En todo caso la ensoñación es una representación de toda la actividad intelectiva humana, pues gira en torno a una serie de símbolos enraizados en las profundidades del ser.

Nada haría recomendando la ensoñación, porque venimos inmersos en ella y en ella nos desplazamos durante toda la vida.

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