martes, 25 de noviembre de 2008

Día 4


Los cuatro elementos tradicionales que componen la materia parecen presentarse en este día concretando decisiones.

Llegado a este punto el camino no tiene bifurcaciones, al menos no se le ven. La decisión debe tomarse en un solo sentido.

Puedo resistirme a salir de la vivienda que habito. Puedo prolongar el sufrimiento incluso por meses, con toda la tensión que ello lleva tanto para mi familia como para mí. Pero tarde o temprano debo abandonar este sitio que no me pertenece ya. Desde hace algún tiempo se ha desprendido de nosotros para permitirnos que nos despidamos de él.

La mejor opción no se ha presentado. Al menos eso es lo que parece, La de una vivienda propia, bien dispuesta, digna, cómoda, cercana a nuestras ocupaciones cotidianas. Pero, tal vez no hayamos visto que estaba junto a nosotros desde el principio.

Nos hemos resistido a ver nuestra realidad inmediata y a observar sólo nuestros deseos, nuestras fantasías, nuestras imágenes dispersas. Porque cada uno de nosotros, los integrantes de esta familia, tiene su propia imagen de la vivienda ideal. La que se acomoda a sus costumbres y sueños.

Pero nuestro hogar ideal debemos construirlo entre todos. Y es más que un sitio donde estemos, es una forma de estar en un lugar, de convivir en un espacio y un tiempo comunes.

No puedo decir que tengo que tomar forzado una decisión. Las oportunidades tienen extraños giros. Pasan cercanos a nosotros y se esconden en las distancias cortas. Se disfrazan de tragos amargos para descubrirse como la mejor opción en un momento dado. Es cosa de ver con optimismo esa escogencia. Igual un palacio puede ser una desgracia embrujada o un plácido hogar. Y una choza puede ser una choza, simplemente.

A cuatro días del cero mi escogencia es la de permanecer juntos en un lugar. El lugar existe y está esperándonos, a pesar de las oposiciones de los demás miembros de la familia. Es un lugar cómodo, plácido, tranquilo, aunque distante de sus habituales ocupaciones. También de las mías. Pero es un lugar donde el estrés del plazo vencido no nos perseguirá. Donde hay un futuro a mediano plazo. Donde la lejanía se hace más cercana cada día, mientras practicamos la experiencia de vivir allí.

La decisión está tomada. Tiene muchas resistencias, Y puede cambiar. Como cambia la vida a cada instante. A veces apurar el trago amargo es una suerte. Como encontrar un trébol de cuatro hojas que decidimos guardar con alegría o nos lo comemos para quedar con hambre.

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