martes, 11 de noviembre de 2008

Día 18


Hoy he aprendido varias cosas. Para quejarse sólo se necesitan dos letras. En cambio para crear se necesita combinar todas las del alfabeto con inteligencia y sentimiento. Es inútil entonces usar tantas palabras para expresar nuestras penas acerca de la vida. Es más ventajoso aplicar la economía de palabras y gestos. Dejar las reflexiones para el proceso creativo. Y no sustituirlas por balbuceos reiterativos sollozantes.

Que esto sea creativo o no, es discutible. Pero al menos es fruto de una reflexión consciente acerca de cada día.

Es bastante común que nos quejemos de tantas aspectos de la vida, en las conversaciones triviales, que terminamos convirtiendo toda la vida en un lamento sin sentido y todo sentido de la vida en una lamentación.

Generalmente esta forma de recrearnos en lo escaso, en lo que nos atrapa, proviene de una mezcla de miedo a lo que vendrá y a una preconcepción fatalista del futuro, ese tiempo inexistente e ineludible que nunca veremos más allá de nuestra mente.

Aquí la otra reflexión: el futuro nunca superará al presente que habrá de venir. No es un simple juego de palabras. El futuro es una proyección sobre cómo vemos lo que aún no existe. Para ello aplicamos el análisis de las situaciones actuales, la intuición y la experiencia sobre cómo suceden los acontecimientos. Pero siempre los eventos reales superan nuestra forma de advertirlos, de anticiparlos.

Aquello que pensábamos de una forma deviene en otra. En ocasiones no nos percatamos de toda la riqueza de ese presente que sucede y que habíamos convertido, en nuestra suposición, en un futuro escaso de oportunidades, de comprensión y de salidas ventajosas.

Yo prefiero planificar lo que vendrá como una posibilidad entre muchas. Si para ello he de emplear la fantasía, lo hago con gusto. De los proyectos de hoy provienen las construcciones que nos trae el mañana. Y aunque no exista aún, podrá existir sólo con el moño de la imaginación suelto.

Reafirmo el poder del optimismo. Pasará lo mejor, aún en circunstancias adversas. Espero cerca del teléfono la conmutación de la pena capital en el último minuto de las posibilidades. Aunque sepa que el teléfono está cortado.

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