sábado, 15 de noviembre de 2008

Día 14


Mirar las cosas desde otro punto facilita la comprensión. Cuando uno está en una situación, anclado al mismo punto de vista, repite una y otra vez el mismo intento de solución. Y los resultados son idénticos: parece que no avanzamos un ápice.

En el problema que comenzamos a revisar hace ya unos cuantos días en esta cuenta, pocas veces me he movido de sitio. Analizo los acontecimientos desde el mismo punto. Veo avanzar las horas y me muevo en un ángulo bastante cerrado. Hasta las fotos solo se desplazan unos cuantos grados.

La sensación de angustia me acorrala en los mismos lugares. En algunas pocas oportunidades he probado ir al pasado y analizar los sucesos desde lo que he creído las raíces. En otras, ensayo desde la posición de las nubes. Invento una ciencia que podríamos llamar nimbología en la que los cúmulos, cirros, estratos y Nimbus, junto a sus combinaciones, dan señales más que adivinatorias, del estado meteorológico de mi vida y de quienes me acompañan.

Hoy ensayo acercarme desde otro sitio al mismo paisaje. La perspectiva es diferente. No es ni mejor ni peor. Sólo diferente. Un cambio de lugar, un cambio de vivienda. No obstante las circunstancias me obligan a seguir mirando el mismo paisaje. Por lo demás, no es el paisaje lo que quiero cambiar sino la perspectiva que poseo de él. El sitio en el que lo observo.

Es así con el problema concreto. Debo moverme para mirar las cosas más cerca. Están menos lejanas de lo que creo y debo mirarlas con más detalles.

El momento de la acción está aquí. De la acción planificada. Debo dar una serie de pasos para evitar un golpe y para adelantarme en otros.

No quiero abandonar todo para lanzarme a la aventura. Nadie desperdiga a su familia, a menos que sea necesario para la integridad física o emocional de sus miembros. Nunca por acción exterior, que obedece conveniencia de terceros. Y menos cuando es una presión sin coherencia, que sólo busca un beneficio individual de alguien a quien no le importa nada lo que nos pase.

En ese sentido endurezco mi posición. Pero sé también que ha llegado el momento de la mudanza. Toda la casa nos lo pide. Todas las circunstancias nos lo indican. Todas las señales están dadas. Hasta las nubes nos lo señalan.

Estas reflexiones han revisado el tema del cambio personal. El cambio es una necesidad hecha acción, tras la reflexión y la convicción. Es, en resumen, una actitud hacia la vida, siguiendo la metáfora de su movimiento perpetuo.

Espero que me acompañen mis más cercanos en esta actitud. Pero también todo aquel que quiera unirse y aprovechar la reflexión de alguien a quien le pasa algo que puede ser beneficioso para un pensamiento profundo.

Sé que estás allí. En la inevitable categoría de cercano, porque sigues de cerca estas frases condensadas por la virtualidad y llegan a tocar tu entendimiento, tu emoción y tu voluntad. Estás allí, estás conmigo.

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