domingo, 12 de octubre de 2008

Día 48



Se escapó un día más. Cuando escribo esto ya la gotas de la noche riegan la ciudad. Y aún todo continúa allí. Aunque nunca igual, otras respuestas se me han ofrecido. He obtenido las primeras señales firmes de un apoyo efectivo. Apoyo de ideas, de posibles acciones que, de alguna manera, reformulen el panorama.

Nuevamente reflexiono sobre uno de los aspectos fundamentales de todo problema. Más allá de la reflexión sigue la acción. Nunca impulsiva sino producto inmediato de esa reflexión y el impulso energético del sentimiento.

Recuerdo una historia de mi bisabuelo.

Una noche, Pedro Juan que así se llamaba, estaba entregado al descanso. Su hermano quien también debía dormir pero pensaba, interrumpió su sueño para decirle que se le ocurría que debían construir otra casa. Y le preguntó a mi bisabuelo si quería ayudarlo. Al asentir mi tío bisabuelo le dijo: entonces vamos a hacerla.

No era esta una invitación simplemente formal. Las luces de la madrugada les sorprendieron con las bases de esa casa ya hechas. Pocos días bastaron para levantarla desde el mundo de una idea nocturna.

Las circunstancias han cambiado. Ya no tenemos los amplios terrenos de ese tiempo ni los recursos para unas solución inmediata. O tal vez sí. Pervive lo que significa la determinación de hacer, de construir, de llevar a cabo una idea.

En eso me encuentro. Apuntalando mi determinación, minada por la emotividad gris de lo adverso. Estoy seguro que lo lograré. Con tu ayuda, lo lograré.

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