miércoles, 5 de noviembre de 2008

Día 24


Nuevamente hoy, al filo de la medianoche escribo. Cortando los días, contando los días. Toda la jornada desde el alba hasta el atardecer se resumen en una carrera angustiosa por completar las tareas preestablecidas.

Esta de escribir, de hacer la cuenta de días, no es otra más simplemente. Es la síntesis diaria de mi existencia.

Por los resultados podría decirse que ha sido pobre la cosecha de hoy. Puro esfuerzo. Mas no ha sido todo esfuerzo en vano. Una propuesta va concretándose. Nuevamente repito, no sé si dará resultado, si siquiera llegará a cuajar como posibilidad consumada. Pero ya se ha puesto en marcha.

Las posibilidades son variadas. No obstante, una sola será la que llegue a feliz término. Deseo que sea la mejor. Pero aún son sé cuál es esa mejor.

Todo es incertidumbre. Todo es un reto, como este de publicar estas reflexiones antes que suenen las campanadas del reloj mental de la catedral y se rompa el hechizo del cuento de hadas. Un cuento que me hace sobrevivir diariamente como una versión de las mil y una noches, tratando de alargar el cuento hasta encontrar la solución para no ser ejecutado por las circunstancias o un tribunal.

La historia sigue. Entre fotos. Del alba al anochecer. Esperando el milagro de una nueva luz.


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