viernes, 17 de octubre de 2008

Día 43



El perenne problema de la comunicación humana tiene múltiples facetas. Mientras más posibilidades damos a la técnica pareciera que nos alejamos de lo verdaderamente importante, el contacto. Más allá de los contenidos, la comunicación es un encuentro en determinadas circunstancias de la vida.

Esto no niega que también exista contenido y que la comprensión o incomprensión del mismo sea objeto de dificultades que pueden llegar hasta la destrucción mutua.

Así, estamos ante un proceso que es contenido y forma. Y donde la forma también posee contenido emocional, afectivo.

¿A dónde voy con todo esto en el diario planteamiento de mi problema? Intento una comunicación contigo. No sé hasta dónde alcanzo llegar si no hay respuesta.

Puedo suponer múltiples conjeturas. Que no soy escuchado, que no me hago entender, que me escuchan y me entienden pero no logro activar el mecanismo de la contestación. Que logro respuestas en un pequeño grupo y que otro no tiene por qué involucrarse. Puedo seguir las suposiciones hasta agotar mi espacio y mi tiempo de hoy. No obstante, la suposición es sólo una fantasía, producto de mi racionalización o de mis frustraciones, en el peor de los casos.

Por ello no seguiré, en este momento, en el camino de las hipótesis, si no puedo comprobar su validez. Prefiero lanzar al vuelo unas reflexiones, esperando que resuenen en ti y sea devuelvo el eco de mis palabras.

Pienso aún, y esta es una presuposición positiva, que la comunicación es útil, tanto para mí, como catarsis y construcción de posibilidades, como para ti, en el ejercicio de la comprensión de otra existencia y de la validez de la solidaridad u otro valor de interacción humana. O simplemente de la legitimidad de la intervención en una vida ajena cuando esta se presenta voluntariamente ante los demás.

Cabe también la posibilidad de que sea para ti, tal vez, sólo la comprensión de un proceso por el que yo paso. Una historia en desarrollo, una novela viva que en algún momento se decidirá de una u otra manera. Todo ello es válido.

Ahora tú tienes la palabra. O el silencio. Y eliges.


1 comentario:

Milagro Haack dijo...

Mis saludos José Gregorio

Gracias por tus escritos ante todo

Somos seres de diálogo, pensamos en palabras vuelta imágenes. Siento tu escrito muy de realidad humana, callar nunca es suficiente, decir con sabiduría, es no anular al otro, porque se anula uno mismo, eso siento. La reflexión es la clave para ir dejando el laberinto de los no escuchas y abrir otras puertas porque sólo su sonido al pronunciarla es entrar en esa conciencia quizás colectiva, que nos lleva a encontrar signos e iniciar de nuevo. Nunca el diálogo se cierra, aunque sea el día 43...
Un abrazo y hasta pronto
Milagro Haack