domingo, 9 de noviembre de 2008

Día 20


Nuevamente unas frases del extraordinario blog Inteligencia me dio material para reflexionar:

Aunque hay muchas cosas que son difíciles de controlar, porque en ellas intervienen muchos factores, hay algo sobre lo que tenemos absoluto control: todo aquello que depende de nosotros. Si llueve y te mojas, la culpa no es de la lluvia, sino de que te has olvidado de llevar paraguas.

Es mínimo el control que ejercemos sobre múltiples asuntos que intervienen en nuestras vidas. Esforzarse en el control exterior es, a menudo, una tarea asfixiante. El control que podemos ejercer es sobre nuestro mundo interior y lo que se desprende de él. Y eso hasta cierto punto. Pues los impulsos provenientes de las emociones, a veces parecen inevitables y casi involuntarios. Después de expresadas las palabras destempladas o realizados los actos que nos llevan al arrepentimiento decimos no quise hacerlo. Pero todo está hecho. Y uno es responsable.

La armonía entre el control y el dejar que las cosas pasen es un arte que exige mucho aplomo. Es, precisamente, el arte del equilibrio. Es como hacer una torre de piedras sin aglutinante. Cada pieza es colocada en su lugar viviendo conscientemente el momento presente. Si uno piensa en la piedra que pondrá a continuación corre el riesgo del desplome, por haberse distraído.

No pocas veces confundimos el desequilibrio con la espontaneidad que puede adornar graciosamente nuestra forma de ser. La espontaneidad se convierte en una virtud. De hecho lo es. Pero espontaneidad es tener una respuesta adecuada, sin visible esfuerzo, en el momento oportuno. No es trasgresión del derecho de la otra persona ni extravagancia en el actuar. Para ser espontáneos debemos ser menos controladores de las circunstancias ajenas e incluso de las propias. Mas no significa dejar la represa de las emociones totalmente abierta. Se trata exactamente de lo contrario, de expresar ideas y sentimientos apropiadamente.

La emoción desbordada nos puede atropellar, nos puede llevar como una riada. El sentimiento expresado nos permite navegar sobre ese torrente con total libertad. No nos dañamos ni dañamos a los demás. Fluye la comunicación de una manera natural. Se posibilita la comunicación, el traspaso de información de variado tipo: ideas, sentimientos, emociones latentes, imágenes, suposiciones. Aprovechamos, de esa manera el caudal de nuestro mundo interior.

Hoy he practicado la comunicación en este sentido. Más que palabras he hecho lapsos de silencios para expresar ideas que necesitaban de esos silencios para ser comprendidas. Porque eran pensamientos con sentimiento. De esa forma, fue como dejar respirar el sentimiento que fluye junto a la concepción más o menos racional.

No puedo decir que con ello tengo el control de la situación. Pero sí el de mi oportunidad de comunicarme abiertamente con quienes me rodean. Propuse normas en esa comunicación y fueron aceptadas. Las hice respetar y con ello no impuse criterios. Fue una experiencia enriquecedora.

Claro, mi pequeño pesimista interior me pregunta si ello no es una ilusión. Porque cada quien puede pensar lo que quiera y callarlo. Pero le respondo que bien, no importa. No pretendo que nadie piense como yo. Estoy al tanto que el verdadero resultado de esa comunicación se experimenta después de un tiempo, al día siguiente o en los próximos días. Y voy a esperarlo. Sé esperar. Tengo veinte días y más.


1 comentario:

Milagro Haack dijo...

Mis saludos José Gregorio en este día 20.

El escrito de hoy encuentro la reflexión y no se olvidó el paraguas esta vez. Eso es muy agradable, aunque me agrada ese signo, "el paraguas", desde niña, me agradaba y aún la lluvia y bañarme con ella en tono real. En tono vivencial, la responsabilidad es importante saber que uno puede agarrar un resfrió y eso es la responsabilidad de tener un hábito marcado y pensar que uno tiene la fuerza de del niño. Hablo del niño que uno fue y no el interno que da mucha alegría con sus deseos de descubrir siempre.

Sobre el diálogo, estoy de acuerdo contigo, nadie piensa igual que el otro, sin embargo somos espejo. Nadie puede recoger lo que dice o escribe y me incluyo. Sin embargo cuando hay situaciones externas que apresan un núcleo de vidas, se toman medidas, o sea “vamos a calmarnos y la solución viene y no se disuelve o nos disolvemos nosotros”; para poder dialogar con nuestros semejantes, con nuestro entorno de una situación especial, allí las fuerzas del pensamiento deben unirse en vez de dispersarse buscando responsabilidades ya que si estamos dentro es que también lo somos. Asimismo sé que encontrar la armonía en uno mismo ya es un reto, me puedo imaginar como es buscarla con otros. Sé un poco de ello y muchas veces he tenido que bajar la cabeza porque hay tiempos que no es de entiéndeme, sino compréndeme, es distinto, por una parte y por la otra bien, es mejor salir cada uno de esto y cada quien se lleva su parte. Esto es la disolución de la responsabilidad al extremo: cada quien asuma pero por separadazo y creo que eso sucede cuando todas las voces se alzan y una decide salir de tanto no entendimiento entre partes iguales y de esto tengo también algo de responsabilidad y aceptación de la misma. Por ello amigo, es mejor tener claras las reglas del respeto y aprecio mutuo y eso es entrar en armonía; quizás, en calma muchas ideas fluyan de todos y una de ellas así en sosiego puede ser la imagen que se espera y no es una ilusión, no es acallar lo que se piensa es saberlo decir y en eso no soy muy ducha en mi propia piel.

Muy de veras me agrada leerte, tienes el don de despertar los demonios pero también se ve la cura en uno mismo a través del diálogo muy limpio y consciente, buscando esa luz para dar y sólo dando como das recibes, el cosmos entero está allí, esperando por ti. Entonces sabemos esperar activamente, buscando, encontrando de todos los fragmentos lo que une aún pensando distinto.

Un abrazo
Siempre
Milagro